La celebración de Día de Muertos es de origen prehispánico y posteriormente, con la llegada de los españoles a México, se combinó con la celebración católica de Todos los Santos y Fieles Difuntos, el 1 y 2 de noviembre respectivamente, hasta derivar en una de las tradiciones más ricas y con más arraigo en México; razón por la cual fue proclamada por la UNESCO en 2003, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
La celebración del Mijkailjuitl, Xantolo o Fiesta de Muertos es todo un ritual que está íntimamente ligado al final del ciclo agrícola, una fase que es vida de acuerdo con la cosmovisión indígena.
El reconocido promotor cultural huasteco Ildefonso Maya señala que, los pobladores de la Huasteca, en enero limpian los campos para sembrar, una actividad que abarca cinco meses desde la siembra hasta mayo, que se cosecha el maíz, base de la alimentación de las comunidades de la región.
Nuevamente en mayo los indígenas limpian los campos y queman los montes, para sembrar en junio y cosechar en octubre, lo que da diez meses entre los dos ciclos agrícolas antes de Xantolo. Ellos saben que quedan dos meses, uno de reconciliación que es el mes de noviembre, durante el mes de diciembre se descansa de las acciones del año.
La Secretaría de Gobierno, a través del Consejo Estatal de Población (COESPO) unido a esta festividad, que forma parte de las principales tradiciones mexicanas, presenta algunos datos relevantes sobre mortalidad.
En Hidalgo, según estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), en 2023 la tasa bruta de mortalidad se estima en 6.78 defunciones por cada mil habitantes, y se prevé que se incrementará hasta llegar a 9.35 defunciones por cada mil habitantes en 2050 como consecuencia del envejecimiento poblacional en la entidad y en el país.
La mortalidad infantil es otro de los principales indicadores demográficos de mortalidad que reflejan las condiciones de vida y el desarrollo socioeconómico. En Hidalgo, entre 2000 y 2023, este indicador se redujo al pasar de 22.1 a 14.64 defunciones por cada mil nacimientos.
Para nuestro estado, la estructura de la mortalidad por edad y sexo presenta importantes diferenciales. Según registros de estadísticas vitales de INEGI, de las 15,887 defunciones en 2023, 8 mil 664 (54.5%) correspondieron a hombres y 7 mil 223 a mujeres (45.5%). Por otro lado, del total de muertes ocurridas, el 61.5% (9,778 defunciones) fue en el grupo de población de 65 años y más, 31% (4,929 defunciones) en adultos de 30 a 64 años; 4.1% (658 defunciones) en los jóvenes de 15 a 29 años y 3.1% (494 defunciones) en la población infantil de 0 a 14 años.
El conocimiento de las causas de muerte constituye un elemento fundamental para las políticas públicas, debido a que permite la planeación y evaluación de programas de salud, encaminados a prevenir enfermedades y prolongar la sobrevivencia de la población.
En ese sentido, de acuerdo con registros de la Secretaría de Salud de la entidad, las enfermedades isquémicas del corazón, enfermedades endócrinas y metabólicas (diabetes mellitus), tumores malignos, enfermedades de otras partes del aparato digestivo (hígado), las enfermedades vías respiratorias y la enfermedad cerebrovascular son las principales causas de muerte de la población hidalguense, y en su conjunto ocasionaron 7 de cada 10 de los decesos totales.
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